Por
primera vez en nuestra vida empezamos a tomar decisionesy a establecer rutinas que elegimos nosotros mismos. Es un tiempo
de desarrollo, de aprendizaje no solo académico, sino social y personal. Un
tiempo de experimentación, de obstáculos y oportunidades.
Y
por todo ello, el apoyo de los padres y madres en esta época es fundamental. Sin embargo, dependiendo del tipo de apoyo que les demos
provocaremos una conexión auténtica y útil, o por el contrario un
distanciamiento del adolescente.
Este distanciamiento hace que nuestros
esfuerzos por ayudarles acaben en la mayoría de las ocasiones en frustración y
preocupación por su futuro.
A
continuación expondremos las causas más comunes del distanciamiento de los adolescentes hacia los padres,con el fin de traer consciencia
al impacto que ciertos comportamientos pueden provocar, así comoque hacer para
evitarlo.
1) Imponemos nuestra ayuda
sin que nos la pidan.
Es decir, damos nuestra opinión sobre
como deben de hacer las cosas, o nuestra solución a lo que nos cuentan sin que
ellos nos pregunten nuestra opinión, o forma de verlo.
Consecuencias de este comportamiento:
Si nuestro hijo, hija, viene a contarnos
algo que le ha ocurrido ese día o recientemente, e inmediatamente procedemos a
solucionarle el problema con “lo que
tienes que hacer es ….”, puede ocurrir que piense que no confiamos en su
capacidad de solucionar sus propios problemas y se sienta inseguro o inadecuado
a nuestro lado, y lo que es peor, que en situaciones futuras no venga a
contárnoslo con el fin de evitar esos sentimientos.
Que hacer diferente:
En primer lugar, podemos preguntarles a
ellos si han pensado, o saben que hacer al respecto y escuchar abiertamente e
intentando comprender su forma de resolver la situación. Después de haber escuchado
comprensivamente, puede ser el momento de OFRECER nuestra forma de ver la
situación con una pregunta como: “¿Te
gustaría saber cómo lo veo yo?” y si dicen que si la compartiremos y si
dicen que no, pues nos quedamos con ella para nosotros.
De esta forma ellos saben que estamos ahí
para ayudarles siempre que quieran y lo necesiten fortaleciendo la relación con
nuestro apoyo, su autoestima e independencia con nuestra confianza y
promoviendo el pedir ayuda como clave para conseguir avanzar cuando estamos
atascados.
2) Les decimos lo que
tienen que hacer de forma muy repetitiva.
Así cada día les decimos que estudien,
que hagan esto o lo otro. Y seguro que muchos ahora estáis pensando: “Es que si no, no lo hacen!!”. Pero,
¿hemos probado de alguna otra manera?
Consecuencias de comportamiento:
Cada vez que le decimos a un adolescente
que haga algo de forma repetida, les mandamos señales de que no confiamos en él
ni en su capacidad de responsabilizarse de sus deberes. La interpretación más
común por parte del adolescente es: “se
deben creer que soy tonto y no me entero” y crea sentimientos de
frustración que pueden llevarle a hacer precisamente lo contrario de lo que se
les pide.
Que hacer diferente:
En el caso de tareas domésticas que
afectan al funcionamiento de la familia y que son reglas de la casa, podemos
exponer la lista de tareas que hay que hacer y dejarles que elijan ellos. Una
vez que han elegido es muy útilexponer con claridad y precisión cómo y cuando
se realiza la tarea. De esta forma estamos promoviendo el valor de la
colaboración, el trabajo en equipo y de la responsabilidad.
En el caso de tareas personales:
estudios, deportes, vida social y entretenimiento, les podemos apoyar
haciéndoles responsables de su propio horario. Dejando que sean ellos los que
lo deciden y creando pactos, o acuerdos, que aseguren que se cumple el horario.
Por ejemplo: si deciden que van a estudiar dos horas y luego salir con los
amigos una hora, el acuerdo puede ser, que si no estudia las dos horas no sale.
De esta forma aprenderán a ponerse objetivos alcanzables, algo que no es nada
fácil ni para los adultos, y a responsabilizarse, ya que han sido ellos los que
lo han decidido.
Es también importante decir en alto que confiamos
en ellos y en que harán lo mejor que puedan, siempre y cuando lo sintamos de
verdad.
3) Consideramos nuestra
forma de ver las cosas como la correcta.
Y es que claro, tenemos más experiencia
que ellos, y por lo tanto sabemos más de lo que es bueno para ellos, las
amistades que les convienen y de cómo tienen que vivir su vida para ser felices
y para que les vaya bien.
Consecuencias de este comportamiento:
Cuando hablamos con nuestros hijos desde
la posición de “estar en lo correcto”, inconscientemente les estamos diciendo
que la forma que tienen ellos de verlo es incorrecta. Es decir, su forma de
pensar, o de ver las cosasno es respetada, o por lo menos, no es tratada con la
misma igualdad, promoviendo así la ley del más fuerte, e incluso la injusticia.
El adolescente, piensa que no le entendemos y al no haber aprendido todavía
como defender sus puntos de vista, o a ser asertivo con lo que necesita y
quiere, tiende a responder a estos comportamientos evitando compartir lo que
les pasa.
Que hacer diferente:
Debemos escuchar atentamente que es lo
que el adolescente quiere comunicar y por qué es importante para el, o ella. Y
para ello tenemos que cambiar el foco mientras escuchamos, y en vez de tenerlo
en nosotros mismos y en nuestro conocimiento sobre lo que es mejor para mi
hijo, hija, dirigirlo hacia ellos con la intención real de comprenderles. De
este forma tendrán la sensación de que son escuchados y comprendidos abriéndose
a comunicar más de lo que ocurre en sus vidas.
Nuestra experiencia no es más que eso,
NUESTRA experiencia. Y nuestra forma de ver las cosas no es más que, NUESTRA
forma de ver las cosas. Debemos encontrar dentro de nosotros la flexibilidad y
aceptación suficientes para ver otros puntos de vista y así apoyar a nuestros
hijos, hijas, a encontrar lo que más les conviene teniendo en cuenta siempre su
felicidad y su unicidad.
Debemos
prestarles atención a ellos, en vez de a lo que queremos de ellos, o para ellos, e interesarnos por lo que les hace felices, lo que
consideran importante, etc.
4) Queremos asegurarnos que nunca les pasará naday
nos dejamos llevar por nuestros miedos
Nosotros somos los responsables de todo
lo que le pase a nuestros hijos y por lo tanto es comprensible que para evitar
“hacerlo mal” o “fallar” queramos evitar cualquier situación de riesgo, o por
lo menos saberlo todo por si pasa algo.
Consecuencias de este comportamiento:
Con el objetivo de asegurarnos que nada
malo le pase a nuestro hijo, hija, tendemos a sobreprotegerlos, y para ello en
ocasiones les abrumamos con preguntas de “¿a dónde vas? ¿con quien vas? ¿cuándo
vas a venir?” que ellos interpretan como una intromisión en su vida y falta de
independencia y de ahí que no les guste darnos ese tipo de información.
Que hacer diferente:
Nosotros sabemos por que hacemos esas
preguntas, pero ellos no tienen por qué saberlo. Así que nunca está de más ser
transparentes y decirles, además de preguntarles, por qué les hacemos las
preguntas. También podemos hacer que ellos sientan empatía con nosotros
haciéndoles poner en nuestra posición y preguntándoles como lo ven ellos desde
nuestro lugar.
De nuevo, estás son buenas oportunidades
para incentivar la responsabilidad y el sentido común mediante acuerdos y
tratos a los que hemos llegado en común.
5) Nos dan miedolos cambios y nos resistimos a ellos.
La adolescencia trae cambios no solo en
el adolescente sino en nuestra relacióncon el, o ella, y no siempre es fácil
adaptarse a los nuevos cambios. Sobre todo si nos gustaba como era nuestra
relación antes del cambio.
Consecuencias de este comportamiento:
Los nuevos cambios nos pueden traer
frustración, por que ya nos hacen caso a lo que les pedimos que hagan como
antes, o tristeza por que ya no nos lo cuentan todo, o prefieren hablar con sus
amigos a compartir con nosotros.
Podemos incluso llegar a sentir miedo de
perder la relación con nuestro hijo, hija, y de que si no hacemos algo al
respecto será así para el resto de nuestras vidas. O miedo a que no nos hagan
caso y se echen a perder a perder, habiendo fallado en nuestro trabajo como
padres, o madres.
Estos sentimientos hacen que en ocasiones
malinterpretemos el comportamiento de nuestros hijos, hijas, hacia nosotros
provocando más de lo que intentamos evitar, el distanciamiento.
Que hacer diferente:
Lo primero es aceptar que el adolescente
ya no es un niño, niña, y que nuestra relación también va a ser diferente. A
continuación es importante que nos paremos a pensar que tipo de relación
queremos tener, respetuosa, armoniosa, cercana, etc, para así poder trabajar en construirla tal y
como la deseamos.
A la hora de construir una relación
madura basada en el respeto ayuda mucho el mirar a nuestro hijo, hija, con el
fin de verles como personas únicas que cuentan con sus fortalezas y sus
debilidades igual que nosotros, y a la vez entender que nosotros también somos
únicos y que no necesitamos saberlo todo, si no que lo podemos ir aprendiendo
de la mano de nuestro hijo, hija.
Conclusión:
·
La causa más común que
provoca el distanciamiento de los adolescentes es el hecho de no tenerles en
cuenta lo suficiente a la hora de relacionarnos con ellos y de encontrar la
mejor forma de apoyarles.
·
Para conseguir una relación
madura y adulta con nuestros hijos adolescentes primero tenemos que
aproximarnos a nuestros hijos desde la base de que son buenos, y dignos de nuestro amor, respeto, tiempo y
atención.
Por Mónica García. El Factor Humano
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